En el gran viaje de la VIDA..., viajemos por la vida

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El gran viaje no está en la distancia sino en la actitud: CON CORAZÓN DE POETA, OJOS DE FOTÓGRAFO Y GRATITUD DE PEREGRINO puedes cruzar el mar, dar una vuelta al barrio o sumergirte en lo profundo del alma disfrutando del camino.

viernes, 18 de noviembre de 2011

ESTAMBUL, DE LA MENTE A LOS SENTIDOS.

Esta ciudad impresionó mi fantasía infantil. Fue en aquellos años de no querer dormir la siesta. La mejor compañera de esos momentos era la enciclopedia familiar: ella me reveló una tarde: "La ciudad de Constantinopla, capital del imperio romano de oriente, cayó en poder de los turcos otomanos por el año 1453".
Tiempo después supe que esta ciudad había sido la antigua Bizancio, con un glorioso pasado griego. Además pude saber que el nombre de Estambul se lo dieron los turcos a principios de la modernidad. Conocerla y caminarla era uno de mis sueños más preciados.

Así fue que llegué a Estambul, con la mente impactada desde la infancia. Pero no sabía que esta ciudad ahora impresionaría todos mis sentidos. Primero fueron los oídos: recién llegados al hotel, al abrir la ventana, pudimos oír un canto atronador. Era el llamado a la oración que venía desde los minaretes de las dosmil quinientas mezquitas de la ciudad. Al mismo tiempo los creyentes lo entonaban desde las calles..., una experiencia inolvidable.
Luego, a la mañana siguiente, navegamos el Bósforo: ese mítico estrecho que separa a Europa de Asia y une al mar de Mármara con el mar Negro. Ver tanto azul y un continente a cada margen llenó los ojos de belleza y cultura. La brisa fresca que se respiraba en proa era vida que me penetraba por las narices. Al regresar a la ciudad, en las tiendas callejeras y en los bazares, Estambul se me antojó una gran alfombra de seda que estimulaba al tacto para seguir tocándola a toda hora y en cada parte de su extensión. Finalmente, comiendo sobre el puente que en pocos minutos une a las dos orillas, el gusto también disfrutó con el pescado más fresco que puedan imaginar y vino blanco de Turquía.
Así fue nuestro primer día en Estambul, el primer día de un sueño dorado que arrastré desde la infancia y que me llevó hasta allí, desde la mente a los sentidos, pero siempre con idéntica emoción. Imaginarán que todavía queda mucho por decir y mostrar de ESTA CIUDAD.

2 comentarios:

Armando Portugal dijo...

Hermosos lugares Oscar Rodriguez, especialmente los detalles de cada comentario e historia.
Muy bueno el contenido los mensajes de cada paisaje. gracias por este regalo Oscar

Unknown dijo...

Wow... Imprecionada con tanta belleza.