con un laberinto adoquinado,
cada dos por tres cayendo al mar
(preferentemente en la tarde).
Albísimo sonrojo que se abandona
y se atenúa cuatro veces
por cinco molinos de viento:
La primera vez es HORA
(o Chora, no sé).
La segunda vez...,
ensoñación de mi mujer.
La tercera es Pequeña Venecia
con leiv motiv de arena.
Y la cuarta es el regreso interminable del pelícano Petros.
En cuanto a mí..., fugacidad,
sueño de acariciarle con tiempo
cada callejuela
y aparecer siempre encendido
en cualquier emparrado de flores.
Cíclada.
Capilla de pirata,
caprichosamente blanca,
pero enrejadamente azul.
Gigantomaquía eterna.
Balcón, taberna y empedrado.
Mykonos: una nave te acerca
y una perpetua melancolía
de santa rita te aleja.
Mykonos: perla de fuego e ilusión
con un laberinto adoquinado,
que cada dos por tres me deja
(invariantemente feliz y retornando).
O.A.R.
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