Pero aquel paraíso estaba habitado por sus pueblos originarios, sometidos en nombre de la civilización europea y la religión cristiana.
Luego llegaron los negros, arrancados violentamente de África para ser esclavizados.
Otro elemento fundacional de la nación brasilera fue la defensa de la bahía frente a los ataques holandeses. Así, la corona portuguesa construyó fuertes a lo largo de toda la costa. Allí, la lucha contra el nuevo invasor forjó la pertenencia lusitana al territorio conquistado.
Con los siglos se fue consolidando Brasil a partir de la Bahía de Todos los Santos y de la Ciudad del Salvador.
El Pelourinho es el casco histórico, toma nombre de la piedra de escarnio
donde se castigaba a los esclavos. Es un enclave del siglo XVI en nuestro tiempo: BELLO, antiguo y cierto. En su corazón se encuentran el Museo de la Ciudad y la Fundación del escritor Jorge Amado.
El viajero actual disfruta de Salvador íntegramente: el pasado se funde con el presente. Bellísimas playas hacia el norte, rojísimos atardeceres ¡en el Atlántico americano! Las islas de los Frailes e Itaparica, las trescientas sesenta y cinco iglesias, Vinicius que te espera en Itapuá con caipirinha, bossa nova y la alegría provinciana del norte brasilero.
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