Triste es dejar Granada...
"No llores con lágrimas de mujer lo que no supiste defender como hombre". Grande debió ser la crueldad de Ayxa al soltar la frase, e inefable el dolor de Boabdil, su hijo, el último rey moro de Granada, al oírla.
Mientras subía la cuesta que conduce a la Alhambra pensaba en los ocho siglos de dominación musulmana sobre el sur de España. CUÁNTO CONTRASTE!!! Los vivos colores de los jardines del Generalife y la Sierra Nevada. La alegre belleza de los palacios nazaríes y la pétrea frialdad que albergó a Carlos V en el suyo. Las sonoras e interminables fuentes del recreo con la amenaza de la fortaleza circundante. De regreso, andar el Albaicín con toda su historia de arrabal multicultural y presente bohemio. El mirador borracho de flamenco, las callejuelas, el paseo de los tristes, la bajada y volver a Granada con tapas en calle Navas. Por la noche, hacia el hostel por Colón, sentir la madrugada con su aroma de naranjo y un pensamiento pesado, más próximo y tan andaluz como el primero: inefable debió ser la crueldad de los asesinos al disparar sus fusiles, y enorme el dolor de Federico cuando tomó consciencia de aquella, su última tarde bajo el sol granadino.
Con ojos de fotógrafo, corazón de poeta y gratitud de peregrino. Regresamos al camino con las imágenes y los sentires que dejamos atrás. Vaya este espacio para aligerar la carga, descorchar emociones y compartir senderos.
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