
"Aquí, donde el mar resplandece
y sopla fuerte el viento,
sobre una vieja terraza
de cara al golfo de Sorrento.
Un hombre abraza a una muchacha,
luego de haber llorado.
Y al aclarársele la voz
vuelve a entonar su canto".
(Fragmento de "Caruso", L. Dalla).
Cuenta la historia, y algunas bellas canzonetas napolitanas, que el gran Caruso se enamoró, lloró, gozó y, lo mejor: cantó frente a este paisaje.
Y cómo no apasionarse en esta fiesta
sensual.

Sorrento es una perla más de ese precioso collar con que la naturaleza
obsequió a la costa tirrena del sur italiano. Su litoral redondo es verde de vides y olivos, blanco de edificios y casitas, y muy azul de cielo-mar.
Con su estilo de pueblo grande o ciudad pequeña, por la noche te ofrece un pintoresco centro comercial y de diversión.
En Sorrento la calidad de vida es excelente. Allí confirmé un fenómeno social en el que siempre creí. El guía que nos acompañó a Capri, Pablo, nos pidió que disfrutáramos boquiabiertos y relajados del lugar porque no existe la inseguridad. Agregó: aquí la inseguridad es cero porque la ocupación es del cien por cien. Todos tienen trabajo y viven tranquilos.
Nosotros le tomamos la palabra y eso fue lo que hicimos: disfrutar a pleno, tanto de día como por la noche, de la inolvidable Sorrento. Caminarla, cuesta arriba y cuesta abajo, navegarla viento en popa con la alegría como bandera y una vieja canzoneta flotando en el aire.
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