VENECIA MÁGICA

Los años me han enseñado a ser cuidadoso con las palabras, en especial con los adjetivos. Entiendo que "mágico" es aquello que, por estar tan impregnado de maravillas, es percibido (sin serlo) como irreal. La realidad de Venecia es evidente por su antiquísimo pasado, su encantador presente y su amenazante futuro. La maravilla de Venecia es, al extremo, intransferible. Hay que recorrerla por dentro, desde los canales circundantes. Entonces aparecen las callejuelas sin cuenta y sin nombre, los puentes, los riachos interiores, las plazas con sus fuentes. Allí no existen ruidos de motores, sólo el murmullo del agua movido por las góndolas. Antiguas fachadas, vidrieras multicolores, gentes del mundo... Tuve la fortuna de caminarla en la mejor compañía: (valga la redundancia) con mi compañera de viaje, Rosana. Aún así, ella puede dar fe, lo hice casi en completo silencio. No sé si las palabras estaban de más o no salían por la emoción. Finalmente, el Rialto, la Plaza San Marcos y el Gran Canal con toda su espectacularidad. ¡Pensar que llegué a Venecia para llenar un bache de dos días que se producía entre otros dos destinos! Quiero volver a esa ciudad para comprobar si la soñé o si, irremediablemente, es mágica.